Crítica El suicida impertinente (Juan Luis Marín)

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Sinopsis: 
IMAGINA QUE UN DÍA RECIBES UNA CARTA. 
IMAGINA QUE QUIEN ESCRIBE ESA CARTA TE CONOCE MEJOR DE LO QUE CREES. MUCHO MEJOR. 
Y QUE VA A CAMBIAR TU VIDA PARA SIEMPRE. 
SIN QUE PUEDAS HACER NADA PARA EVITARLO. 
ABSOLUTAMENTE NADA. 

Así comienza una pesadilla que llevará al protagonista de esta historia más allá de la cordura en un viaje donde pasado y presente se conjuran para crear un futuro tan negro como el secreto que ha mantenido oculto durante diecisiete años.

Un secreto que comparte con alguien que, incluso después de muerto, hará todo lo posible porque salga a la luz. 

Sin importarle quienes mueran en el camino… 

Crítica: Las heridas abiertas de sus muñecas recuerdan a una anhelante boca alimentada con la escasa vida de sus venas. Los miembros comienzan a entumecerse bajo el agua tibia, demasiados pesados para emerger en aquella densa superficie teñida de escarlata acaban hundiéndose contra el fondo de la bañera. Apenas siente dolor alguno, excepto el que provocan los propios recuerdos asombrosamente nítidos mientas los contornos de su realidad empieza a difuminarse entre las sombras de la inconsciencia. En escasos minutos, todo habrá terminado. Por fin ha conseguido reunir el valor necesario para cortar los hilos de su existencia, dejar de ser títere a merced de falsos dioses. La muerte acaba proporcionándole la ansiada promesa de libertad, siempre esquiva en vida. Pese a que parezca un violento final escrito con sangre, aquellas líneas garabateadas en su carne representan el principio de una historia todavía inconclusa. Eso sí, con un protagonista diferente, escogido personalmente por nuestro suicida, con objeto de consumar su venganza desde la tumba. 

«El suicida impertinente» la tercera novela del escritor madrileño Juan Luis Marín es un perturbador y sombrío thriller psicológico que reflexiona sobre la decadencia del ser humano ante la futilidad de los vínculos afectivos, la falta de respeto en el matrimonio, la conversión de la amistad en un valor de conveniencia, la obtención del placer inmediato a cualquier precio, entre otros. 

Nuevamente, Juan Luis Marín nos describe con cinismo -y bastante humor negro- una sociedad maleable, simples muñecos carentes de voluntad ante los sádicos y caprichosos deseos de una poderosa élite que ostenta el control de los medios de comunicación y, por consiguiente, de la verdad. 

En este sentido, «El suicida impertinente» es una novela sobre el engaño en el que se sustenta nuestras vidas, así como la resignación ante la incapacidad para aceptar el fracaso o la posibilidad de purgar nuestros errores del pasado. Precisamente, la novela de Juan Luis Marín resulta una lectura incómoda no por su lenguaje pérfido y directo -carente de eufemismos y dobles lecturas-, del alto contenido sexual y la violencia explícita descrita en la mayoría de sus escenas, o de la desesperanzadora conclusión del argumento carente de moraleja moral; sino por mostrarnos una verdad que preferimos seguir ignorando. 

No obstante, el escritor madrileño consigue evitar cualquier posible rechazo al involucrarnos directamente en la venganza personal de «El suicida impertinente» a través del anonimato de su protagonista, pues la imposibilidad de establecer una identidad concreta hacia el personaje principal/narrador facilita la introducción del lector en el argumento mediante esta individualización. 

De igual forma, el autor consigue mantener la tensión psicológica del relato mediante una compleja trama de mentiras en la que la verdad siempre es la primera víctima, tal y como demuestra la superposición entre pasado y presente durante toda la narración con objeto de evidenciar las consecuencias de aquellos actos demasiado tiempo sepultados bajo la negación, el silencio y la vergüenza. 

«El suicida impertinente» es un relato descarnado sobre la culpa convertida en odio y, posteriormente, en una imperiosa necesidad de venganza que consume al protagonista de la novela ante la conciencia de su propia incapacidad para conseguir justicia. La impotencia ante esta situación conlleva a una sucesión de decisiones equivocadas que acaban perjudicando a sus seres queridos hasta concluir en un sangriento final. 

Un sórdido retrato generacional que reflexiona con un estilo ácido y mordaz influenciado por el cine de los noventa, destacando la filmografía de Robert Alman («El juego de Hollywood», «Vidas cruzadas»), Joel Coen («El gran salto», «Fargo» o «El gran Lebowski») o Quentin Tarantino («Pulp fiction») para ofrecernos una intriga sobriamente dosificada a través de un conjunto de marginados sociales, fácilmente manipulables, torturados por el inexorable transcurso del tiempo en un Madrid nostálgico, casi rancio. 

Si bien «El suicida impertinente» representa una novela incómoda ante los convencionalismos que predominan dentro del género, Juan Luis Marín nos ofrece un thriller novedoso, una lectura ágil, mordaz y adictiva que reflexiona sobre el precio de la verdad en una sociedad basada en las apariencias y los valores materiales que conlleva a la insatisfacción del individuo, a la nulidad de su voluntad y, finalmente, a la pérdida de toda esperanza. Una novela en el que la muerte no representa un poético final, sino el principio de una oscura venganza escrita en sangre. 

LO MEJOR: Un thriller novedoso dentro del género ante el predominio de las novelas escandinavas. Un retrato cruelmente realista, una sórdida reflexión sobre la sociedad actual. El lenguaje pérfido y directo, carente de eufemismos y dobles lecturas. Una intriga sobriamente dosificada para mantener la tensión psicológica del relato durante toda la lectura. El perverso sentido del humor exhibido por el autor. La notable influencia cinematográfica, especialmente de la filmografía de directores como Robert Alman («El juego de Hollywood»), Joel Coen («El gran salto») o Quentin Tarantino («Pulp fiction»). 

LO PEOR: Es una novela de reflexión incómoda para la mayoría que prefiere continuar en la ignorancia. La desesperanzadora –y sangrienta- conclusión del argumento. 

Sobre el autor: Juan Luis Marín. Licenciado en Periodismo y especialista universitario en guiones audiovisuales, ha sido crítico cinematográfico en prensa, radio y televisión, ha realizado trabajos de publicidad y ha desarrollado una destacada carrera televisiva creando contenidos originales, adaptando formatos internacionales y ejerciendo funciones de guion y dirección de programas de entretenimiento. Premio Ategua de novela 1998 por La Espina, escrita junto a Raúl Sanz. En 2013 publicó Isla Perpetua y Almas Grises, Premio Ultratumba a la mejor novela del año y que el diario El Mundo calificó como «un puñetazo en el estómago contra el pasotismo generalizado». En 2015 publicó Maldita nostalgia, según el escritor Alejandro Castroguer, «la realidad en toda su crudeza. Sin filtros. Una lectura para espíritus curtidos. Un viaje al infierno».

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