Crítica de La suma de las partes (Alfredo de Andrés Ramos)

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Publicada en OcioZero
Sinopsis: Viena, 1924. Sobre el trasfondo de una ciudad y de una sociedad convulsa, se entremezclan la vida de Freud, Kafka y Hitler. El asesinato de una mujer —Helga Martiner—ocupa las primeras páginas de los periódicos. Mientras que Kafka agoniza en un hospital de las afueras de la ciudad, Freud recibe la visita de un nuevo paciente que dice tener un sueño repetitivo y angustioso: al despertarse por la mañana, se ve transformado en un horrible insecto. La vida de Freud, Kafka y Hitler, se irán entrelazando a medida que el inspector de policía Spear investiga las causas del asesinato de Helga Martiner, una psiquiatra que trabaja en el mismo hospital en el que Kafka pasa sus últimos meses de vida.

Esta novela explora los límites de la razón y del dolor humanos, y nos sumerge en la irracionalidad que ocupa parte del alma de los hombres.


Reseña: «Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto»

Al igual que el protagonista de «La metamorfosis», los personajes de Alfredo de Andrés Ramos se han convertido en seres marginados por la sociedad vienense que repudia a todos aquellos soldados a los antes aclamaban cuando partieron hacia el frente bajo la promesa de una victoria que garantizaría la inmortalidad del Imperio. Sin embargo, cuando regresaron no hubo ovaciones ni aplausos para los vencidos que deberán aprender a convivir con el desprecio no solo del pueblo por el que lucharon -y por el que muchos de ellos murieron-; sino también de sus propios familiares. En un intento por escapar de las miradas aprensivas de quienes ya no los reconocen después de su transformación, intentan volverse invisibles para evitar ser aplastados ante el incremento del malestar popular por la insostenible situación económica y social que acabará desembocando en el ascenso del nacionalsocialismo.

En este convulso escenario se desarrolla la investigación de Spear y Kopneck para resolver el asesinato de Helga Matiner. No obstante, conforme indagan en el pasado de la víctima, descubrirán una serie de conexiones con  el escritor praguense y, más concretamente, con uno de sus libros más reconocidos, «La metamorfosis».

Curiosamente, estos vínculos resultan imperceptibles durante gran parte de la lectura gracias a la compleja –e inteligente- estructuración del texto. Alfredo de Andrés Ramos emplea diferentes personas narrativas -primera y tercera- que proporcionan una separación literaria entre las diferentes historias que conforman la novela. De hecho, los capítulos narrados desde la perspectiva de Viena –y que nos recuerda a la magnífica «City» (Alessandro Barrico)- nos demuestran que, aunque todas compartan un mismo escenario, no es necesario que deban producirse en el mismo espacio temporal.

«Los hombres agrupan la historia en un antes y un después, pero en realidad el mundo no funciona así. La realidad es otra. Lo que en verdad ocurre es que los sucesos y las personas se agolpan y se amontonan, surgen como pompas de jabón y se arremolinan sobre la superficie del líquido del tiempo para formar un cuerpo irregular y caótico. Cada burbuja está unida a la de aldo, pero en realidad no son la misma burbuja. Todas provienen del mismo líquido jabonoso, pero no son lo mismo.»  

Es decir, el lector percibe un conjunto  inconexo y caótico, como los sueños. Sin embargo, solo se requiere de la suficiente paciencia para empezar a comprender el significado, la lógica inherente del pensamiento reprimido en el subconsciente de cada individuo ante la presión social. De este modo, se introduce la subtrama protagonizada por Sigmund Freud, que nos permite comprender la teoría del psicoanálisis y, todavía más importante, la percepción de realidad a través del subconsciente.

Alfredo de Andrés Ramos utiliza al neurólogo austriaco para introducirnos en otra de las temáticas de «La suma de las partes»: la manipulación de la verdad. Por esta razón existe un  mayor protagonismo de Spear y Kopneck frente a la presencia de otros personajes más célebres, como Kafka, Freud o Hitler, porque los dos policías nos demuestran que:

 «En realidad, importa poco que haya habido u  muerto o miles mientras haya una razón para las muertes (…) El móvil es lo importante. Déle usted una razón al pueblo y aceptará cualquier crimen. Déles un motivo, y aceptarán cualquier exterminio»

Por subsiguiente, el asesinato de Helga Matiner es solo el prólogo de una retrospectiva histórica acerca de los acontecimientos que acabarían desencadenando en el alzamiento de Hitler. Obviamente, es una interpretación ficticia, pero Alfredo de Andrés Ramos consigue condicionar nuestra interpretación acerca de lo que estamos leyendo sabiendo dosificar la información y realizando constantes giros narrativos. A partir de estos dos rasgos, el lector observa como el texto cambia ante sus propios ojos, sufriendo una metamorfosis constante mediante el lenguaje que lo obliga a replantarse muchas cuestiones acerca de lo que creía saber sobre estos acontecimientos.

«Las palabras pueden cambiar de significado según el contexto, pueden decir una cosa y la contraria en función de quién  y cómo las expresa (…)»

A través de esta manipulación del lenguaje, el autor no solo reproduce todos los rasgos técnicos que caracterizan a «La metamorfosis» -como la temática hasta la prosa reiterativa para expresar la impotencia de sus personajes ante su imposibilidad de adaptarse nuevamente a la sociedad, volver a ser «normales» y, por subsiguiente, aceptados por los demás-, sabiendo aportarles un estilo destacable por la solidez de su planteamiento desarrollado en múltiples niveles narrativos interconectados; la complejidad de sus personajes y su ambigüedad ética; y la contextualización de la historia, consiguiendo que la ciudad de Viena interactúe directamente con el lector.

Los únicos aspectos negativos a destacar serían que la propia forma de narrarnos la historia delimita su lectura a una  pequeña proporción del público. Por otro lado, al concluirlo persiste la sensación de que algunas relaciones derivan más de la casualidad que de la causalidad, como ocurre con el informe policial final o la subtrama protagonizada por Hitler.

Al contrario que Gregorio Samsa, no terminaremos la novela convertidos en un monstruoso escarabajo. Sin embargo, «La suma de las partes» obra en nosotros otra transformación menos apreciable a simple vista, pero de igual relevancia. Alfredo de Andrés Ramos nos aporta un percepción diferente del mundo que creíamos conocer, una visión más cercana aquellos acontecimientos históricos a través de personas anónimas que, en su momento, fueron menospreciados hasta que el cambio se consumó. Un magnífico debut literario que deja su picadura en el pensamiento del lector.

LO MEJOR: La reproducción fidedigna del estilo kafkiano. La prosa dinámica que evoluciona conforme avanza la novela y comprendemos las conexiones entre los personajes partiendo de «La metamorfosis» como nexo común.

LO PEOR: Únicamente será apreciada por un pequeño porcentaje de los lectores. Algunos giros narrativos son resultado de la casualidad y no de la causalidad. El desaprovechamiento de la subtrama de Hitler.

Sobre el autor: Alfredo de Andrés Ramos nació en Madrid en 1961. Psicólogo y enfermero, ha obtenido diversos premios por su obra narrativa. Entre otros, el primer premio internacional de relato Café Zalacaín, el primer premio de relato Hotel Montíboli, el segundo premio de relato Alsa, el segundo premio de poesía Villa de Ermua, así como un accésit en los premios de relatos de viajes BBKland. Se formó durante dos años en la Escuela de Escritores de Madrid, tras obtener la beca para cursar el Máster de Narrativa. La suma de las partes es su primera novela.

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